Hace varios años, como de costumbre subí a un taxi para ir a mi trabajo, había entablado una conversación con el conductor y de repente sin saber por qué, otro automóvil se cruzó tan bruscamente, que para no causar una tragedia, el conductor del taxi tuvo que girar el auto y frenar súbitamente.
Milagrosamente no ocurrió nada, pero el conductor del vehículo que había cometido la imprudencia, se bajó bruscamente de su auto y comenzó a gritar e insultar al taxista.
El taxista, a pesar de lo injusto de la situación, sonrió, levantó su mano y lo saludo muy amablemente diciéndole:
-"Lo siento ... que Dios lo bendiga y que tenga un buen día". Y luego sin decir nada más, retomó la marcha.
Sorprendido por esta actitud, le pregunté:
-"¿Por qué le ha respondido así? ¡Esa persona por poco destruye su automóvil y además casi nos envía a los dos al hospital!".
Entonces el taxista me dió una lección que jamás olvidaré, me dijo:
-"Muchas personas son como el camión de la basura. Están cargados de enojo, odio, frustración, resentimiento ... y ante cualquier situación aprovechan para descargarla".
-"¿Pero, porque lo hacen ante una situación como esta? Si usted no lo ofendió y fue solo su culpa".
-"Lo hacen ante la primera oportunidad, necesitan eliminar de su interior toda la basura acumulada, porque ya no hay lugar para más".
Desde aquel día no he vuelto a permitir que los camiones de basura, tomen el control de mis sentimientos y mucho menos de mis reacciones.
Aprendí, que sonreírles a los insatisfechos, malhumorados y frustrados es la mejor medicina que puede ayudarles a cambiar su perspectiva de la vida.
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“Sé amable con las personas alteradas y entiende que están librando su propia batalla. Pero asegúrate de no ser tú el lugar en el que descargan toda su basura. Tú no eres un basurero.
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