Había una vez un grupo de calabazas que esperaban con ansias la gran fiesta de Halloween.
Todas estaban perfectas para ser decoradas y también para hacer sabrosas y dulces comidas ... Al menos por unos días al año, se sentían muy contentas por ser el centro de atención...
Todas hablaban de lo bonitas que se veían y de su tamaño adecuado para cualquier ocasión.
Pero, muy cerca de ellas, en un rincón, se encontraba una enorme calabaza que el granjero había dejado a un lado por ser diferente a las demás: Era muy grande, con las rayas desiguales, descolorida y arrugada ...
Estaba triste y se cubría con sus propias hojas, ya que sabía que era diferente a las demás y por eso no podía cumplir con el mismo destino de las otras. Se sentía tan insignificante a pesar de su gran tamaño.
Esa misma noche la enorme calabaza deseó con todo su corazón, que ocurriera un milagro y que fuera tan importante como las demás, aunque sea solo un momento ...
De pronto, apareció un hada quien había escuchado todo y entonces, le dijo:
-"¡No te sientas mal, tú eres alguien muy especial!".
"Estás destinada a hacer felices a todos los niños del mundo, quienes te llenarán de muchas sorpresas. Y por esta razón, les darás a todos, grandes dichas y emociones".
Enseguida ocurrió lo inesperado y lanzó un hechizo:
-"Calabacín, calabazán, tú por siempre vivirás y en tus entrañas alegría repartirás".
Y de pronto ... ¡Ooooooh, sorpresa!
La gran calabaza se había convertido en una bella y divertida calabaza de plástico, llena de muchos caramelos ...
Así fue como nuestra gran amiga empezó a formar parte de nuestros hogares, siendo la atracción principal de la fiesta de hallowen por muchos años, compartiendo desde su interior muchos dulces y alegrías para los demás.
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