Después de un atentado que hubo a una empresa en pleno centro de la ciudad, un diario local publicó una serie de historias para compartir sus experiencias con los lectores, sobre los ejecutivos y empleados que por alguna razón habían sobrevivido al ataque.
La gente estaba viva por razones poco creíbles pero con pequeños detalles como estos:
— Al director de una compañía se le hizo tarde porque era el primer día de kínder de su hijo.
— Una mujer se retrasó porque su despertador no sonó a tiempo.
— A uno se le hizo tarde porque se quedó atorado en la carretera en la que había un accidente.
— A otro sobreviviente se le fue el autobús.
— Alguien se tiró comida encima y necesitó el tiempo para cambiarse.
— Uno tuvo un problema con su auto, que no arrancó.
— Otra regresó a contestar el teléfono.
— Otra ¡tuvo un bebé!
— Otro no consiguió un taxi.
— Pero la historia que más impresionó fue la de un señor que se puso un par de zapatos nuevos esa mañana, y antes de llegar al trabajo le había salido una ampolla. Se detuvo en la farmacia por una curita y por eso hoy está vivo.
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Ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico, cuando pierdo un elevador,
cuando regreso a contestar un teléfono y muchas otras cosas que me desesperan, pienso primero:
“Este es el lugar exacto en el que debes estar en este preciso momento”...
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La próxima vez que tu mañana te parezca enloquecedora, los niños tarden en vestirse, no logres encontrar las llaves del auto y te encuentres todos los semáforos en rojo ...
No te enojes ni te frustres.
ESTÁS EN EL LUGAR CORRECTO ... A LA HORA EXACTA.
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