Una anciana se sienta en un café...
La camarera lleva el menú a la mesa y le pregunta qué va a consumir.
La anciana responde:
—"¿Cuánto cuesta un pedazo de pastel?".
La camarera responde:
—"40 pesos"
La anciana saca unas monedas del bolsillo, comienza a contar lentamente y luego pregunta de nuevo:
—"¿Y cuánto cuesta la ración más pequeñita del pastel?".
—"20 pesos", respondió la camarera un poco nerviosa ya que tenía muchas mesas por servir.
—"Está bien, entonces con gusto me llevo la más pequeña", respondió la anciana.
La camarera trajo el pastel y puso la cuenta en la mesa pensando entre sí, "¡Qué anciana tan tacaña! ¡Ya que se vaya!"
La anciana, comiendo muy lento y con gusto el pastel, se levantó lentamente, puso el dinero sobre la mesa y se fue.
Cuando la camarera fue a limpiar la mesa, se dio cuenta que la anciana le había dejado 20 pesos de propina!.
La emoción y la sorpresa le sacaron una lágrima. Se dió la vuelta rápidamente en busca de la anciana para agradecerle; pero era demasiado tarde. Se había ido y ya no era visible para su mirada.
Ella se sintió muy culpable por juzgar de tacaña a la ancianita.
La viejita solo tenía 40 pesos y se había limitado a buscar una rodaja de pastel de 20 pesos para darle una propina.
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