"Cuando era joven y libre. Mi imaginación no tenía límites,
soñaba con cambiar el mundo.
Al volverme más viejo y más sabio, descubrí que el
mundo no cambiaría; entonces acorté un poco mis objetivos y decidí cambiar
sólo a mi país.
Pero también; él parecía inamovible.
Al ingresar en mis años de ocaso, en un último intento
desesperado, me propuse cambiar sólo a mi familia, a mis allegados; pero, por
desgracia, no me quedaba ninguno.
Y ahora que estoy en mi lecho de muerte, de pronto me doy
cuenta:
Si me hubiera cambiado primero a mí mismo ... Con el ejemplo habría
cambiado a mi familia.
A partir de su inspiración y estímulo, podría haber hecho un
bien a mi país y, quién sabe, tal vez incluso habría cambiado el mundo".
Unas palabras conmovedoras, siempre aprendemos de la vida.
ResponderEliminarque tengas una buena semana.
recibe un abrazo.
Muy acertado esta comentario del obispo anglicano.......no hay que intentar cambiar a nadie, tenemos que cambiar nosotros mismos y una vez hecho todo nos parecerá distinto, claro que resulta muy dificil ese cambio personal....requiere mucha fuerza de voluntad.Besotes
ResponderEliminarUnas magníficas palabras que dan que pensar a uno... a veces nuestros objetivos son inalcanzables y nos olvidamos de lo realmente que podemos hacer. Un abrazo
ResponderEliminar