El discípulo, creyendo que se trataba de un manantial de los deseos, se dispuso a hacer lo mismo, pero la mano del sabio detuvo su acción:
-"Nunca olvides que existen cuatro cosas en la vida que jamás se recuperan:
• La piedra, después de arrojada.
• La palabra, después de ser proferida.
• La ocasión, después de perdida.
• El tiempo, después de pasado".
Durante un largo rato, ambos callaron y vieron pasar el agua ... Agua que nunca más volvería ...
El discípulo, inmerso en este pensamiento, se atrevió a romper el silencio:
-"¿Por qué ha arrojado algo tan valioso al río, maestro?. No le veo sentido".
-"Para que recuerdes que esta lección no tiene precio", contestó el sabio.
Cuanta razón
ResponderEliminarUna estupenda lección la que dió el sabio claro que para eso es sabio...hace falta que sus discípulos las sepamos apreciar para aprender de ellas.Besotes
ResponderEliminarUna buena enseñanza, para que reflexionemos más y no dejemos pasar las cosas porque,no vuelven. Un abrazo^^
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