Un día recibí un llamada telefónica de uno de mis mejores amigos. Me gustó mucho escucharlo porque hacía tiempo que no sabía nada de él.
Lo primero que me preguntó fue:
- "¿Cómo estás?"
Y sin saber porqué, le contesté:
- "Muy solo".
- "¿Quieres que hablemos?"
Le respondí que sí.
- "¿Quieres que vaya a tu casa?"
- "Sí".
En menos de quince minutos estaba llamando a mi puerta.
Hablamos hasta la madrugada de todo: De mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas … Y me escuchó siempre atento.
Cuando él observó que ya me sentía mejor, me dijo que se iba porque en un rato ya entraba a trabajar.
Yo me sorprendí y le dije:
- "¿Por qué no me dijiste que tenías que ir a trabajar? Mira la hora que es. No dormiste nada".
El sonrió y me dijo:
- "No hay problema. Para eso estamos los amigos".
Me sentí feliz y orgulloso de tener un amigo así.
Lo acompañé a la puerta y cuando estaba entrando a su coche, le grité:
- "Y a todo esto, ¿Por qué llamaste anoche tan tarde?"
Él regresó y me dijo en voz baja:
- "Es que te quería dar una noticia".
- "¿Qué pasó?"
- "Fui al doctor y me dijo que estoy muy enfermo".
Yo me quedé mudo ...
Él sonrió, y me dijo:
- "Ya hablaremos de eso ... Que tengas un buen día".
Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato hasta que asimilé lo que había pasado ...
¿Por qué cuando me preguntó cómo estaba me olvidé de él y me preocupe sólo por mí? ... ¿Cómo tuvo fuerzas para sonreírme, darme ánimos, estando él en esta situación?
Esto es increíble … Desde aquel día siento que mi vida ha cambiado. Soy menos dramático con mis problemas e intento disfrutar más de las cosas buenas que me da la vida.
Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.
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