Dicen que la esperanza ya estaba muy anciana, se sentía muy débil y casi no se podía mover.
Al verla así, en un estado tan desalentador, Dios se compadeció y se apareció delante de ella en una forma de luz.
La anciana, que ya casi no veía, pudo reconocer la luz; sabía quién era ...
—"¿En qué puedo servirte?", le preguntó ella a Dios.
—"Soy yo quien está aquí para servirte. Has sido mi fiel servidora todos estos años. Cada vez que un hijo mío se encontraba en dificultades y no podía ver la salida de un problema, aparecías tú delante de él, sin importar la hora o cuántos viajes tenías que hacer. Lo alentabas y le devolvías la sonrisa a la cara.
Viéndote ahora en tal estado ... Me siento en la obligación de ayudarte. Dime, ¿Qué deseas?"
La Esperanza no contestó de inmediato ...
Tras pensar mucho tiempo, volteó su cara hacia Dios y le dijo:
—"Quiero continuar sirviéndote mi Señor. A ti y a tus hijos, ya que yo también soy tu hija. Pero, como ves, no puedo moverme muy bien. Ayer oí el grito angustiado de una madre; pero estaba al otro lado del planeta y al llegar allá, ya no había nada que hacer por ella, pues se había quitado la vida", hizo nuevamente una pausa y continuó ... "Si es posible Señor, quiero dos cosas ...".
—"Lo que sea", dijo Dios.
—"Lo primero que quiero son alas ... Alas que me lleven más rápido que la luz, hacia donde quiera que yo sea necesitada".
Sintiendo una leve comezón en la espalda, con dificultad la anciana Esperanza llevó su mano a la espalda y constató dos hermosas alas brillantes ...
—"Gracias, muchas gracias mi Señor".
—"¿Cuál es la segunda cosa?", preguntó Dios.
—"Quiero que al comienzo del calendario sea joven de nuevo, y durante el año vaya envejeciendo hasta llegar al estado en que estoy ahora. Y cuando llegue el momento de despedir el año, me convierta nuevamente en una dulce niña".
Antes que pudiera pensar en otra cosa, la Esperanza miró sus manos, y las vio pequeñas y suaves como antes.
El año nuevo había empezado.
.
Nunca dejemos morir la esperanza, aunque esté vieja y todo parezca perdido siempre es posible renovarla, siempre es posible resucitar el corazón y hacerlo latir de nuevo. Porque mientras haya vida hay esperanza y la esperanza, queridos lectores, es lo último que se pierde.
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