Fabio era un grillo músico de gran experiencia, y según él, no había otro que se le comparara, ya que la melodía que producía con su instrumento era excepcional.
Un día fue contratado en una caverna donde residía una familia de orugas para que deleitara con su música. Al llegar, comenzó a tocar su instrumento. Sin embargo, una de las orugas llamó su atención, se dio cuenta de que el grillo no tocaba tan bien como él creía. Inmediatamente le dijo:
—"Señor Fabio, considero que no está interpretando el instrumento de manera adecuada".
El grillo, molesto, respondió:
—"Te equivocas, soy muy experimentado. Nadie toca como yo".
Así continuó tocando su instrumento musical, sin embargo, las demás orugas y otros animales presentes se reían disimuladamente del sonido desagradable que producía.
Nuevamente, la oruga se acercó y le dijo:
—"Señor Fabio, debería mejorar la entonación".
Éste, reacio a aceptar consejos, se irritó nuevamente con la oruga, ya que no deseaba ser contradecido, por lo tanto, siguió tocando el instrumento, pero cada vez lo hacía de manera más torpe, provocando risas entre las orugas y otros animales.
La oruga, en su último acercamiento, se dirigió al grillo y le dijo:
—"Señor Fabio, si lo desea, puedo mostrarle cómo se hace".
Fabio, algo irritado, le respondió de mala manera:
—"Bien, muéstrame lo que eres capaz de hacer".
Cuando el grillo le entregó el instrumento a la oruga, ésta comenzó a tocar de manera excepcional, produciendo una melodía hermosa.
Fabio, asombrado por la destreza de la oruga, se acercó y le comentó:
—"Tenías razón, conoces muy bien la música. ¿Dónde aprendiste?".
La oruga, con sabiduría, respondió:
—"He aprendido practicando y escuchando los consejos de los demás, sin considerarme experta en mi propia opinión. A veces es crucial escuchar las opiniones ajenas y quedarnos con lo positivo".
Fabio permaneció en silencio y comprendió que, en realidad, no dominaba el arte de tocar los instrumentos musicales, y que requería más práctica de la que había estimado.
Finalmente, las otras orugas y animales le preguntaron:
—"¿Cómo podríamos nosotros llegar a ser como tú?".
La oruga respondió:
—"Pues no burlándose de los demás, mostrando empatía y una mente abierta".
Ese día, todos adquirieron una valiosa lección.
Emmanuel Emilio montero
Comentarios
Publicar un comentario