Ir al contenido principal

EL JUEGO DE LA MATRIOSKA

—"¡Usted, señor! ¡Sí, el hombre del maletín!"
—"¿Yo?", preguntó Rodrigo, con notoria incredulidad.
—"¡Sí! ¿Quién más?"
—"Bueno, pues …"
—"¡Vamos, venga a jugar!"
—"No tengo tiempo para juegos; tengo muchas cosas que hacer".
—"¿Cosas cómo 'Ganar unos cuantos pesos' ¿Para qué conformarse con migajas si puede tener el pan completo?"

La curiosa expresión dibujó una sonrisa en el rostro de Rodrigo y por un breve instante dejó que su mente se colmara del burdo concepto.

—"¿Lo ve? ¡Lo ha entendido a la perfección! No pierda más el tiempo; acérquese a la mesa".

Rodrigo fijó la mirada en el hombre que lo invitaba a 'jugar': era un tipo común y corriente, tan ordinario que incluso resultaba indescriptible.

Luego bajó la vista a la mesa y entonces la situación adquirió un nuevo matiz: Un mantel de fino terciopelo cubría una mesa de madera con intrincados grabados; sobre la superficie se alzaba un único objeto, tan peculiar como una lluvia en mañana de primavera: Una muñeca.

Pero no se trataba de un juguete cualquiera, sino de una artesanía rusa finamente trabajada y pintada; una sutil capa de barniz cubría su cuerpo y en su rostro aparecía dibujado un rostro que parecía tan viejo como el mismo tiempo.

—"Matrioshka".
—"¿Disculpa?"
—"La muñeca es una Matrioshka: Un juguete ruso que oculta otros similares en su interior ... ¿Cuántos? Imposible saberlo con el vistazo inicial; para descubrirlo hay que atreverse a abrirla hasta llegar al final".

Rodrigo se encogió de hombros; la muñequita medía apenas unos 20 centímetros de alto. ¿Cuántas versiones más pequeñas de ella podría alojar en su interior? ... Diez cuando mucho.

—"¿Quiere apostar?"
—"¿Qué dice?"
—"Sí, apostar sobre cuántas 'matrioshkas' guarda esta pequeña en su interior".
—"No lo creo"
—"¿Por qué?"
—"Tu juego de seguro es una estafa y no tengo ganas de quedar en ridículo".

El buen Rodrigo se dió la vuelta y decidió terminar de tajo la inútil conversación.

Un grito a su espalda atrajo su atención otra vez:

—"¿Y si jugamos a algo diferente?"
—"¿Cómo qué?"
—"Yo le daré dinero cada vez que usted destape una muñequita sonriente. Si por el contrario, aparece una expresión diferente, usted me cederá la mitad de lo que tenga … ¿Le parece justo?".

Rodrigo alzó una ceja, escéptico:

—"¿Cuál es la apuesta inicial?"
—"Cero".
—'¿Habla en serio?"
—"Sí, adelante; destape la primera sorpresa".

La primer 'matrioshka' fue abierta: En su interior le esperaba un figura sonriente.

—"Tome: 20 pesos ... ¿Quiere seguir jugando?"

Rodrigo sonrió: El premio era minúsculo, y perder la mitad en un nuevo intento no parecía un gran riesgo, así que accedió a jugar otro turno".

—"¡Vaya suerte! ¡Otra risueña! Ha ganado otros 20 pesos ... ¿Sigue jugando?"

Emocionado, Rodrigo aceptó; durante seis turnos más obtuvo nuevas ganancias. Ahora ya contaba con 160 pesos. 

—"¿Juega otra vez?"
—"Sí".
—"¡Pues destape otra muñeca!"

La siguiente 'matrioshka' resultó una decepción: Su rostro, acongojado, anunciaba una pérdida.

—"¡Qué lastima! Bueno, de consuelo queda que solo me llevo la mitad de la ganancia. Tomaré 80 pesos … ¿Sigue jugando?"

Rodrigo aflojó el nudo de la corbata y pidió una nueva oportunidad con el dedo índice. Para su fortuna, volvió a ganar.

Numerosos turnos transcurrieron con reconfortantes y lucrativas victorias: Rodrigo ya contaba con mil pesos en su poder.

—"¡Sí que anda de suerte! ... ¿Quiere probar un reto mayor? ¿Doble o nada?"

Rodrigo se lo pensó dos veces. En ese momento, una llamada de su esposa hizo vibrar su teléfono celular ...

—"¡Atrévase, señor! ¡Seguro que en casa no caerán mal dos mil pesos extra!"

Rodrigo miró el celular y las llamadas de su casa, continuaban ...

—"¡Acepto! ¡Lo apuesto todo!"

Una sensación de remordimiento recorrió a Rodrigo de pies a cabeza; algo le decía que su suerte había llegado al final.

—"¡Otra sonriente! ¡Ahora tiene dos mil pesos! ¿Sigue jugando o se retira? ... El próximo turno volvemos a las reglas habituales y solo perdería la mitad".

—"Sigo".

La siguiente muñeca en aparecer dejó ver una lágrima en su rostro.

—"¡Pero qué pena! Tengo que tomar la mitad de sus bien merecidas ganancias … ¿Quiere jugar más?".

Rodrigo asintió con un cabeceo. Estaba muy decepcionado; pero algo en su interior le decía que podía recuperarse.

—"¡Una risueña! ¡Ahora tiene mil veinte pesos! ... ¿Lo juega al doble o nada? ".

—"Sí, voy".

Una 'matrioshka' feliz se asomó al final del turno. 

—"¿Doble o nada otra vez?"

Presa de una desbordante ambición, Rodrigo accedió. Y ganó. No solo esa vez, sino también las tres siguientes: ahora tenía 16,320 pesos.

Retirarse le pareció entonces una buena opción.

—"Ahora sí me voy"
—"¡Y hace bien! Aunque ya se acercaba la parte más interesante del juego".
—"¿En serio?"
—"¡Sí! No sé si lo ha notado; pero ha sacado usted muchísimas muñequitas de esta 'matrioshka' y la miniatura final está muy cerca".
—"¿Y eso qué importa?"
—"Que si usted consigue llegar hasta la última figura, podrá llevarse el cuádruple de la cantidad que ha reunido".
—"¿Solo con llegar al final?"
—"Sí".
—"¿Cuál es el truco?"
—"No lo hay; este es un mero asunto de perseverancia".

Rodrigo se frotó la barbilla, confundido.

—"¿Y seguimos con las reglas del principio? ¿Veinte pesos por muñeca sonriente y la mitad de las ganancias perdidas por cada una que no lo sea?"
—"No; ahora el castigo por perder solo será la octava parte … ¿Qué dice? ¿Entra?

Consumido por la codicia, Rodrigo accedió.

Sus ánimos se encendieron cuando descubrió que ganaba con mayor frecuencia de la que perdía. Si bien cada vez que aparecía una muñeca amargada perdía grandes cantidades de dinero, se recuperaba con facilidad destapando nuevas miniaturas. Cada vez eran más diminutas y eso lo animaba en cierta forma: El ansiado final debía de estar cerca …

Rodrigo se olvidó por completo de cualquier cosa que no fuera el juego; quizá había llamadas perdidas en su teléfono celular o compromisos que nunca llegó a cumplir; jamás se enteró. Solo importaba ser constante y no rendirse jamás. La meta estaba clara: Llegar al final.

Las riquezas se acumulaban. Las caídas eran estrepitosas; pero nada de lo que él no se pudiera recuperar.

Pronto el dueño de la mesa de juego se difuminó ante los ojos de Rodrigo, quien solo tenía ojos para su ansiado objetivo.

Las muñecas eran cada vez más pequeñas, así que debía de estar ya muy cerca de ganar.

Cuando las miniaturas se volvieron casi inmanejables, Rodrigo sintió que la victoria era suya; sin embargo, cada turno se encontraba con que había una 'matrioshka' más pequeña aguardando dentro de la anterior.

Fue ahí cuando consideró por primera vez que todo aquello podía ser una trampa; no obstante, olvidó el fugaz razonamiento apenas vio su montón de dinero: Lo único cierto era que si se enfocaba en su tarea, la pequeña fortuna podía crecer todavía.

Extasiado, decidió seguir adelante: Destapó una nueva muñeca, y luego otra más …

El resultado fue el mismo. Y aunque contempló la posibilidad de rendirse, decidió no hacerlo aún, al menos no todavía; nada de malo había en intentar otra vez.

Y otra más.

Solo una vez más…

A lo lejos, una ambulancia se dirigía rápidamente hacia el vecindario donde Rodrigo vivía.

Comentarios

LO MÁS VISTO

LA ANCIANA

Una anciana campesina caminaba lentamente, cargando con dificultad un atado de leña para alimentar una hoguera en la que cocinaba. Su rancho era un pedazo de techo caído sobre una pared, formando un espacio triangular dentro de éste. Un joven juez que en su tiempo libre paseaba por el campo, se encontró con ella y conmovido por la edad y las condiciones en las que vivía la humilde mujer, decidió buscar la manera de ayudarla. La señora hablaba en forma alegre y determinada, le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja, que tenía algunas gallinas y una vaca que le producían lo indispensable. No había tonos de queja ni de carencia en la conversación de la anciana, todo lo contrario, sus palabras estaban plenas de gratitud y esperanza. Después de haber conversado un buen rato, el juez le preguntó a la campesina: —"Disculpe señora, ¿hay alguna forma en la que la pueda ayudar? ¿Tal vez ropa, o medicinas? Si en algo puedo colaborarle solo dígame y con gusto haré l...

La Historia del Principito y el zorro: Qué es amar

El Principito estaba muy triste porque había conocido más rosas como su rosa en el planeta Tierra y pensaba que su rosa era una mentirosa. Decepcionado, lloraba amargamente cuando de pronto se acercó un pequeño zorro. – ¡Buenos días!- escuchó que decía alguien desde la lejanía. – Buenos días- respondió él con educación. Se dio la vuelta pero no vio a nadie. – ¡Estoy aquí, bajo el manzano!- indicó el zorro. Entonces el niño lo vio. – ¿Quién eres? ¡Eres muy lindo! – Soy un zorro. – ¡Ven a jugar conmigo! Estoy muy triste… – dijo el Principito recordando a su rosa. – No puedo, no estoy domesticado. – ¿Qué es domesticar? – Veo que no eres de aquí- dijo entonces el zorro- ¿Qué buscas? – Busco hombres… ¿qué es domesticar? – ¿Hombres? No me gustan. Cazan zorros pero también crían gallinas. Eso sí es interesante. ¿Tú buscas gallinas? – No, busco amigos. ¿Qué es domesticar? El zorro explica qué es ‘domesticar’ – Bueno, es algo muy olvidado ya. Significa ‘crear lazos’. – ¿Crear lazos?...

LA HOJA QUE NO HABÍA CAÍDO EN OTOÑO

Esta era una hoja que no había caído en el día de su otoño como todas las demás y que, por el contrario, se quedó sola en lo alto de la rama de un árbol cuando ya todas las demás, o habían caído, o habían sido llevadas por el viento, o tumbadas por la lluvia, o desprendidas por el frío. Sólo aquella hoja quedaba allá en lo alto, en las desnudas ramas, y ni se desprendía, ni se aflojaba. No se dejaba llevar por ráfagas ni soplos, ni permitía que las lloviznas la ablandaran, ni se dejaba besar por vientecillos, ni tampoco quería caerse al suelo, así nada más por su propio peso como cualquiera otra hoja caduca. Apenas una que otra vez se balanceaba sin ganas por miedo a caerse y hasta habría que decir que en ocasiones se sentía tentada a considerar aquella resistencia suya especial, aquella anormal adherencia, fijeza y duración; como un indicio de quién sabe qué supervivencia extraordinaria le estuviera reservada entre todas las hojas... Por el momento era algo único, en verda...

LA LEYENDA DE LA LECHUZA

Hace mucho tiempo una hermosa joven dio a luz a una bella niña de ojos azules y cabello rojo como el fuego ... Pasado unos años, la madre enfermó, estaba próxima a morir y como no tenía con quien dejar su bella hija, le rogó a Dios que las llevara a las dos; pero él contestó que No. Así que resignada, la mujer decidió pedirle a un demonio que se encargara de su hija. Cuando éste apareció, no le quedó más remedio que aceptar al ver su agonía. Él le dió todo, comida y vestuarios; pero nunca se acercaba a la niña que permanecía rodeada de los bosques. Cuando la pequeña salía a caminar, los animales no le temían. Ella siempre jugaba con ellos, aunque el demonio la siguiera de cerca para contemplarla.  Un día, los animales se asustaron y se fueron, y entonces la niña mirando a su alrededor dijo: —"Sé que estás ahí. Sal, quiero verte, sé que me cuidas. No te tengo miedo". El demonio cambió de forma para que la niña no se asustara y se acercó a ella en forma de lechuza ....

EL ESPEJO DE LA BRUJA

Había una vez una bruja muy vanidosa: Todos los días estaba acostumbrada a mirarse en su espejo mágico ... Quedaba encantada al escuchar que ella era la más hermosa de todas las mujeres. -"Espejito, espejito: ¿Quién es la mujer más hermosa de todo el reino?", repetìa la misma pregunta de siempre. -"Querida reina, tú eres hermosa ... Pero, ahora existe alguien mucho más bella que tú", respondió el espejo. -"¡Cómo te atreves a darme esa respuesta espejo insolente, acaso no sabes con quién estás hablando?", contestó furiosa la bruja. Y dicho esto, mandó sacar al espejo fuera de su cuarto ... Cuenta la leyenda que la malvada bruja rompió el espejo y éste al ver peligrar su vida salió huyendo de él, acabando con toda la magia que había en su interior. El alma del espejo destrozado volvió a su mundo, al país de los espejos ... Estaba bastante alterado y confuso ... Quería vengarse; pues él no era cualquier espejo, era un espejo mágico y legendario. N...

AMOR EN CAJITA DE LECHE

Dos hermanitos vestidos sólo con harapos, uno de cinco y el otro de diez años, iban pidiendo un poco de comida por las casas de la calle que rodeaba la ciudad ... Estaban hambrientos. "Vayan a trabajar y no molesten", se oía detrás de la puerta. "Aquí no hay nada, pordioseros", decía otro … Las múltiples tentativas frustradas entristecían a los pequeños; hasta que por fin, una señora muy atenta les dijo: -"Voy a ver si tengo algo para ustedes … ¡Pobrecitos!" ... Y volvió con una cajita de leche. ¡Qué fiesta! Ambos se sentaron en la acera. El más pequeño le dijo al de diez años: -"Tú eres el mayor, toma primero y lo miraba con sus dientes blancos, con la boca medio abierta, ansioso de poder probarla. El hermano mayor mirando de reojo al pequeñito. Se llevó la cajita a la boca y haciendo de cuenta que bebía, apretaba los labios fuertemente para que no le entre ni una sola gota de leche. Después, extendiéndole la lata, decía al hermano menor: -...

EL ÚLTIMO DÍA DE CLASES

Al fin amaneció ... Pasé toda la noche en vela, deseando que el día no terminara ... Se acercaba el baile de fin de año y hoy en la escuela la maestra iba a escoger nuestras parejas con una dinámica de juego que se le había ocurrido. Todo consistía en anotar nuestros nombres en pequeños papeles para luego sortearlos y que cada uno tuviera el nombre escrito de un chico o la chica del salón de clases. Como éramos la misma cantidad de hombres y mujeres. Esta acción calzaba perfecta para mi mala suerte. "Para insentivar el compañerismo", decía la maestra ... "Ya ven que después de terminar el año escolar se van a extrañar". No quería ir a la escuela, pero mi madre me obligó, estaba feliz. Ya le dolía la cabeza de tanto pensar quién me acompañaría al baile. En realidad todos lo aceptaron sin protestar y coincidieron en que la maestra había tenido una excelente idea. A mí me daba igual. Podría haber ido con cualquiera: Algún vecino, un primo o pariente o hasta...

PARÁBOLA DE LA VIUDA Y EL JUEZ INJUSTO

Jesús se refirió con una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo:—"Hazme justicia de mi adversario". Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: —"Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de contínuo, me agote la paciencia". Y dijo el Señor: —"Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"                              Lucas 18:1-8.  . Podemos aprender mucho de la parábola que Jesús da sobre la viuda, ella no se rin...

DISCURSO de Jessica Stanley, Eclipse

❞A los 5 años nos preguntaron qué queríamos ser de mayores, y contestábamos cosas como: Astronauta, presidente… o en mi caso, princesa. A los 10 volvieron a preguntárnoslo, y dijimos: Estrella del rock, vaquero… o en mi caso, medallista de oro. Pero ahora que somos mayores, quieren una respuesta seria… a ver qué les parece esta: ¿Quién demonios lo sabe? No es momento de tomar decisiones rápidas, es momento de cometer errores, de subirse al tren equivocado y extraviarse, de enamorarse… mucho. De licenciarse en Filosofía porque es imposible hacer carrera en ella. De cambiar de idea y de volver a cambiar porque no hay nada permanente… así que cometan todos los errores que puedan, y algún día cuando nos pregunten qué queremos ser, no tendremos que adivinarlo… lo sabremos ❞         Discurso de Jessica Stanley, en la película Eclipse.

LA ROSA NEGRA

Un día en medio de la nada nació un rosal muy débil. Apenas y podía dar vida, pues soportaba los helados vientos invernales. Había nacido en un lugar en el que la primavera casi nunca tocaba la tierra. Después de un par de inviernos, orgullosa, cuidaba de su pequeño botón, un hermoso botón color ébano. Llegó la primavera y al final floreció, abriendo lentamente sus pétalos, negros como la terrible oscuridad. La rosa encontraba extraño el calor de los rayos del sol, pues había nacido en las heladas profundidades de la noche, su alma era un cielo tormentoso y sin estrellas, desconocía todo lo que estaba sucediendo; pero feliz lo aceptaba. Los que se acercaban a ella, sientían el frío que rodeaba su entorno, su semblante gélido como el olvido. En la negrura de sus pétalos se perdían muchas almas y de su oscuridad salían gemidos y sollozos debido a su infinita soledad. Todos le temían porque la creían desdichada debido a su color tan escaso de luz y no querían compartir su mala...